Texto original: Al-Quds al-Arabi
Autor: Elías Khoury
Fecha: 02 de agosto
de 2016
Los señores Abu
Muhammad al-Golani y Abu Bakr al-Bagdadi no han traicionado a la revolución
siria, sino que han participado muy activamente en su asesinato. Por eso uno no
comprende el reproche que se les ha hecho por sus actos, ya que ambos y sus
semejantes fundamentalistas, herederos de Osama Bin Laden, fueron claros desde
el inicio. Ambos están en contra de la democracia y creen que el pueblo necesita
una tutela, ya que el gobierno no es para la mayoría, y los límites de la
libertad son los límites de la sharía. La lucha no es por la dignidad del
ciudadano, pues en su pensamiento no existe el ciudadano. Por el contrario, se
trata de una lucha para el establecimiento de una autoridad o Estado teocrático
gobernado por la exégesis religiosa wahabí y sus derivados.
Comenzaron con la
destrucción de la bandera de la revolución siria, y terminaron por oprimir,
asesinar y encarcelar a las luchadoras y luchadores. Apedrearon a las mujeres y
ejecutaron a los presos. También instauraron la autoridad del terror, superando
la autoridad del despotismo del pequeño dictador en su salvajismo, e
insistiendo en machacar a la gente. Por tanto, la imagen de Al-Golani anunciando
su divorcio amoroso con Al-Qaeda daba más bien la imagen de una obra teatral
poco profesional y convincente. Al-Golani pretende hoy diferenciar su
organización no por haberse convencido de que su filiación con Al-Qaeda haya perjudicado
a Siria y la haya llevado al abismo, sino en un intento de evitar los
bombardeos aéreos rusos y de la coalición estadounidense.
¿Qué han hecho estas
dos organizaciones en Siria, y por qué han sido participantes activos en
empujarla hacia la jurisprudencia de la sangre y la muerte, llevándola hasta
tal punto de barbarie? ¿Son parte del juego regional e internacional que ha
deseado destruir Siria y acabar con su pueblo, para convertirlo en un pueblo de
desplazados y refugiados? ¿O son la expresión de una profunda crisis política y
cultural que ha llegado de una combinación de contextos internacionales,
regionales e internos, cuyo culmen ha sido la expansión de la muerte mediante
la rendición ante el mito? ¿Se trata de la otra cara que complementa al régimen
del despotismo extendido que fundó Hafez al-Asad por medio de la sangre, el
terror, el acallamiento de las voces y la destrucción de todas las
instituciones de la sociedad?
Lo más probable es
que los líderes de estas dos organizaciones “hermanas” sean la materialización
del punto muerto político, social y cultural al que ha llegado el Levante Árabe
desde la derrota de junio de 1967. En ese momento, el despotismo golpista perdió
su legitimidad y vio cómo se desplomaba su popularidad basada en las reformas
sociales y el discurso nacionalista. En consecuencia, se convirtió en el
despotismo de la vergüenza, erigido sobre la opresión, el pillaje y el
amedrentamiento. Al mismo tiempo, el centro económico y político se fue
trasladando hacia los países petroleros, que lograron traducir su hegemonía
económica en hegemonía política, social y religiosa, e imponer su
interpretación religiosa, con el patrocinio directo de EEUU.
Lo que me hace dudar
es si a Osama Bin Laden se le ocurrió, mientras preparaba la operación de las
Torres Gemelas en Nueva York, que mataron a tres mil personas, que no estaban “ocupando”
Occidente, porque su “ocupación” sería el preludio de una cascada de sangre en
nuestros países, y que sus palabras sobre la lucha contra los “cruzados” y los
judíos, no eran más que una cobertura para el asesinato de los árabes, ya
fueran musulmanes, cristianos, yazidíes, mazdeístas, o de otra confesión. Por
último, no sé si pensó en que su proyecto no tenía horizonte alguno más allá de
derivar en una guerra civil religiosa-sectaria entre suníes y chiíes, que
destruirá lo que queda de nuestros países destruidos.
Resulta complicado entrar
en una discusión política con las fuerzas fundamentalistas, ya sean suníes o
chiíes, islámicas o cristianas, pues estas fuerzas creen que tienen la verdad
absoluta y, por tanto, se parecen al régimen despótico contra el que se
rebelan. Estas fueras no combaten el despotismo, sino su forma, ya sea
baazista, militar o sectario, y por tanto, constituyen su otra cara. En este
sentido, no sorprende que los oficiales del ejército de Saddam Hussein se hayan
unido a Daesh, ofreciéndole su experiencia militar. Del mismo modo, la disputa y
enfrenamiento entre Daesh y Al-Nusra rememoran la controversia intratable que
existía entre los partidos Baaz sirio e iraquí.
La lucha entre el
régimen de Asad y Daesh constituye una forma de alianza implícita, no solo porque
la existencia de uno justifica la del otro, sino también por la colaboración
directa e indirecta en los niveles militar y económico. Asad vio en Daesh y
Al-Nusra la justificación de su existencia y un pretexto para mantener su
despotismo, su represión y su pillaje. Por su parte, los fundamentalistas
vieron en el régimen su justificación para expandir la barbarie. Por tanto, la
barbarie asadiana atrae a la barbarie de Daesh, y viceversa. Sin embargo, lo
que llama nuestra atención es que estos dos enemigos han perdido por completo
la capacidad de ser a un tiempo, o al menos uno de ellos, partícipes en la
decisión del futuro de Siria. Esto se debe a que a ambos se han convertido en
dos balones que se lanzan entre sí los dos actores internacionales que
resuelven el miedo que les provoca el terrorismo fundamentalista y sus ansias
neocoloniales dando luz verde a la aviación rusa y sus aliados sobre el terreno
para cumplir la misión de destruir Siria, partiendo de la destrucción de Alepo.
El rostro de
Al-Golani, que apareció por fin en pantalla anunciando que su proyecto no había
cambiado incluso tras haber roto el vínculo con Al-Qaeda, no cambiará nada de
esta obscura ecuación cuyos rasgos se han comenzado a dibujar en Siria. La
cuestión ahora, especialmente tras la salida temporal de Turquía de la escena,
es sobre el destino de las partes regionales en la cambiante alianza entre EEUU
y Rusia: ¿se mantendrán las dos partes regionales, Irán e Israel, en la
ecuación, y cómo se organizará su colaboración? ¿O bien, no habiendo lugar para
ambos países regionales, deberán elegir a uno en una difícil y complicada,
aunque obvia, elección? Israel es aliado de ambas potencias, y Putin ha
tranquilizado a Israel antes de que los aviones rusos establecieran su
hegemonía sobre el espacio aéreo sirio. El señor Abu Muhammad al-Golani ha
ofrecido finalmente unas renuncias que de nada sirven, pero la historia le
recordará como uno de los que participaron, junto a sus compañeros takfiríes en
el asesinato de la revolución del pueblo sirio, cuya desgracia es hoy una
vergüenza para el conjunto de la humanidad.