Un investigador y activista opositor sirio considera que
cualquier visión que se plantee para solucionar la crisis en Siria que no
incluya en su agenda la cuestión del Ejército Libre es una “visión incompleta”.
Insiste además en que “el régimen con su política ha empujado hacia la
intervención extranjera” y advierte de la necesidad de que la oposición dirija
dicha intervención “con sabiduría”, resaltando la importancia de separar entre
la soberanía nacional y la soberanía del régimen.
Texto original: ADNKronos
Fecha: 27/04/2012
Según el portavoz de la Plataforma Democrática Siria, el
opositor Hazim Nahar, “aspirábamos a que el ejército sirio adoptara una postura
similar a la adoptada por los ejércitos egipcio y tunecino, pero eso no ha
sucedido. Así, es natural que haya algunas deserciones y que, con el paso del
tiempo, la continuación de la revolución y el mantenimiento de la violencia del
régimen contra los sirios, los desertores se acaben reuniendo para coordinarse
y cooperar, conformando un ejército reducido de desertores y algunos civiles
víctimas de la violencia del régimen”.
No obstante: “No se puede hablar hoy de un Ejército Libre como si fuera un ejército de rasgos perfectamente delimitados, pues, a pesar de que incluye a los desertores que se negaron a disparar contra su gente en las manifestaciones, la mayoría de los que lo conforman son civiles que finalmente tomaron las armas tras un año completo de violencia sin precedentes”.
No obstante: “No se puede hablar hoy de un Ejército Libre como si fuera un ejército de rasgos perfectamente delimitados, pues, a pesar de que incluye a los desertores que se negaron a disparar contra su gente en las manifestaciones, la mayoría de los que lo conforman son civiles que finalmente tomaron las armas tras un año completo de violencia sin precedentes”.
Al-Nahar advierte de que se trata de un tema sensible y considera que “hoy puede decirse que cualquier visión que no incluya la cuestión de cómo tratar con el Ejército Sirio Libre en su agenda es una visión incompleta. El hecho de que este ejército se haya convertido en una realidad, nos guste o no, exige que se diseñe un plan para tratar con él. Claramente, poner unos parámetros a este ejército y al proceso de militarización se ha convertido en algo extremadamente necesario”.
Además, señala la necesidad de tener en cuenta cinco cuestiones básicas: “La primera es la necesitad de que el ejército que se pueda conformar o cualquier otra parte armada trabaje bajo un único paraguas político, de rasgos definidos y con una visión para la Siria del futuro. A ello ha de comprometerse hoy y durante el proceso de transición hasta que se pueda comenzar a trabajar en su reconstrucción y en la de la institución militar”. “En segundo lugar, es necesario que se comprometa con las tradiciones militares en lo referente a las órdenes, su ejecución, el reclutamiento y la unidad de sus dirigentes. Del mismo modo, ha de comprometerse con la ética en el trato a los civiles y detenidos y en los medios de socorro sanitario”. Prosigue: “En tercer lugar, la misión de este ejército recién nacido ha de limitarse a dos ámbitos: el derecho de autodefensa y la protección de las manifestaciones pacíficas de la brutalidad del régimen. En cuarto lugar, es preciso que las deserciones no tomen un cariz doctrinal o sectario, y que se salvaguarde el espíritu nacional que nos une, reflejándolo en todos los ámbitos, entre ellos, la denominación que se da a las brigadas desertoras y de nueva conformación”. Finalmente añadió que “es preciso reafirmar que la esencia y la base son las manifestaciones pacíficas y la resistencia civil”.
El portavoz de la Plataforma Democrática insinúa también que “con todo ello, las operaciones militares que no se comprometan a los parámetros anteriores han de ser condenadas por las fuerzas de la revolución y las fuerzas políticas para que el país y los sirios con él, no sean arrastrados a desgracias interminables, pues el caos será el único destino que espere a los sirios en caso de que este cuerpo no se someta a las condiciones antes señaladas”.
Sobre la intervención exterior en la que se centran algunas
corrientes de la oposición, dice que “la cuestión de la intervención extranjera
no puede tratarse haciendo gala de un puritanismo enfermo ni de un pragmatismo
inmaduro. Ni la castidad ni el libertinaje sirven para tratar las cuestiones
políticas concretas. La oposición puritana dio la imagen de ser un derviche repitiendo
el no a la intervención militar, como si le pidiera al régimen, que carece de
toda legitimidad nacional, que reconozca su sentimiento nacional. Por su parte,
el otro grupo de la oposición está totalmente desprovista en sus declaraciones de
toda consideración política que tenga que ver con la soberanía nacional o con
el otro sector de los sirios que temen por el futuro del país”.
“En toda decisión política han de sopesarse los pros y los contras en lo que se refiere al interés nacional. Debemos hablar y discutir los detalles de esta intervención- si es que está sobre la mesa-, sus mecanismos, sus etapas, sus medios, las partes intervinientes, su duración, sus efectos, sus puntos positivos y negativos, y lo que se puede ganar con ella y lo que se puede perder en lo que al interés de Siria y los sirios se refiere”. Cuando todo eso haya sido discutido y acordado, podremos delimitar una postura clara, pero las posturas generales que se dividen entre el sí y el no, no hacen más que dar lugar a conversaciones sin sentido, caos y deformación de discursos, en vez de ofrecer alguna utilidad o resultado real”.
“En toda decisión política han de sopesarse los pros y los contras en lo que se refiere al interés nacional. Debemos hablar y discutir los detalles de esta intervención- si es que está sobre la mesa-, sus mecanismos, sus etapas, sus medios, las partes intervinientes, su duración, sus efectos, sus puntos positivos y negativos, y lo que se puede ganar con ella y lo que se puede perder en lo que al interés de Siria y los sirios se refiere”. Cuando todo eso haya sido discutido y acordado, podremos delimitar una postura clara, pero las posturas generales que se dividen entre el sí y el no, no hacen más que dar lugar a conversaciones sin sentido, caos y deformación de discursos, en vez de ofrecer alguna utilidad o resultado real”.
A ello añadió: “Lo cierto es que ni los que piden la intervención pueden convencer al mundo para que intervenga si el mundo no quiere hacerlo, ni los que lo rechazan pueden convencer al mundo de que no intervenga si este lo tiene decidido. El exterior no es un peón dirigido por nadie, nadie puede prohibirle nada ni incitarle a nada. Así, en lo referente a la intervención, su decisión depende de su visión, estrategia e intereses. Ni los que lo exigen ni los que lo rechazan están haciendo lo que deben ni están a la altura de la revolución, y siguen ganándose la vida con los errores del régimen y no con sus iniciativas”.
“En la práctica, lo que empuja a la intervención exterior son las estúpidas políticas del régimen desde el primer día de la revolución. Con ellas, el régimen ha llevado la situación a un punto que ha permitido la intervención en la crisis siria de la mayoría de fuerzas y países de la región (Turquía, Irán, Iraq y Hezbollah), además de Rusia, China, la UE y EEUU, sin olvidarnos de la Liga Árabe y los Estados que la conforman”. Además, “algunos (el régimen sirio, las fuerzas políticas incluidas en su juego y algunas fuerzas de la oposición tradicionales) se movilizan si la intervención exterior viene de Occidente, pero se callan cuando viene de Irán y Rusia”. Lo cierto es que “no hay nadie a día de hoy que no esté metido en los asuntos sirios y si el régimen continúa con su política actual, la crisis irá hacia un incremento de la intervención exterior en varios niveles. Lo que se pide a la oposición siria y las fuerzas sociales es que su voluntad de que haya una intervención sea inteligente y tenga en cuenta los intereses del pueblo y de Siria”.
(Unión de estudiantes libres de Siria, rama de Damasco)
(Recuérdese que Annan exigió al régimen sirio que dejara de usar armamento pesado)
Sobre la expresión “protección de los civiles” dijo que “pedir
la intervención internacional para proteger al pueblo sirio de los asesinatos
es una petición moral y humana, que nada tiene que ver con consideraciones
políticas, pues es un derecho básico y que se parece mucho a la petición de
ayuda internacional cuando se produce un desastre natural. Aquí es donde debe
recurrirse al Derecho Internacional Humanitario y darle un buen uso de forma
que ayude a proteger a los civiles a condición de que sus mecanismos nunca
vayan en detrimento de los intereses del pueblo sirio y la unidad de Siria”.
Finalmente añadió que “es necesario que nos olvidemos
del ejemplo libio al tratar el tema sirio, apartando sus fundamentos y
mecanismos de la mente política y popular. Puesto que el concepto de ‘principio
de protección internacional’ y su aplicación es un tema muy sensible, es
necesario que se trabaje para encontrar una nueva forma de traducirlo, de forma
que se logre el objetivo deseado; es decir, impedir al régimen que continúe con
su represión por un lado, y evitar una intervención militar directa al estilo
libio por otro”. Así, “la presión exterior, en forma de toma de posturas,
declaraciones, sanciones específicas contra el régimen, y envío de observadores
internacionales y periodistas extranjeros, es algo sobre lo que no se discute,
sino que es algo necesario para proteger a los civiles. Sin embargo, para ello
han de buscarse los medios y mecanismos más útiles y efectivos”.